Vivienda sostenible ¿Qué convierte a un edificio en sostenible? - caloryfrio.com

2022-10-22 19:21:38 By : Mr. Qida Guo

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Una vivienda es sostenible no sólo porque sea eficiente desde el punto de vista del consumo energético y del aprovechamiento de las energías renovables. El concepto de sostenibilidad aplicado a la edificación incluye más aspectos, además del relativo al ahorro energético. Pero, en definitiva, lo que importa es que el impacto que se genera en el medio ambiente por la construcción de un edificio sea o nulo o limitado, teniendo en cuenta todo su ciclo de vida, desde que se construye hasta que desaparece. En este artículo nos vamos a centrar en la vivienda sostenible, qué es y qué aspectos implica este calificativo.

Antes de pasar al detalle, vamos a hacer un poco de historia. El concepto desarrollo sostenible, tal y como se conoce en la actualidad, se abordó públicamente por primera vez con la publicación del informe Brundtland en 1987 para las Naciones Unidas, cuyo título original era Nuestro Futuro Común. Un título, sin duda, que lo dice todo.

En este informe se define el desarrollo sostenible como aquel que satisface las necesidades presentes, sin comprometer las de las futuras generaciones. Un enfoque que implicaba un cambio radical en cuanto a lo que se entendía por sostenibilidad. Desde ese informe se entendió que la sostenibilidad implicaba fundamentalmente conservar nuestro planeta desde el punto de vista ecológico y hacer un uso responsable de los recursos a nuestro alcance mediante diferentes estrategias.

El concepto de sostenibilidad aplicado a los edificios sigue los mismos principios: reducción del consumo de recursos, reducción de residuos generados, reducción de la contaminación del aire, agua y la tierra y respeto por la salud de los ocupantes. Todo ello con el objetivo de limitar el impacto negativo en el medio ambiente.

Una vivienda es un edificio o parte de un edificio, que ha sido diseñado y construido para habitar. En las viviendas se desempeñan las funciones que le son propias, y que requieren de una serie de infraestructuras y servicios para su funcionamiento. Todo al servicio de las personas que la ocupan. Y no sólo eso, toda vivienda requiere de un mantenimiento periódico, además de posibles obras de mejora o rehabilitación que se puedan llevar a cabo puntualmente durante su vida útil. Y por último, como todo edificio, también tienen un fin de vida, cuando dejan de cumplir con sus funciones básicas de habitabilidad, seguridad y utilización.

Cuando introducimos el concepto de sostenibilidad, en cada uno de los hitos del ciclo de vida de una vivienda común, el enfoque cambia. Y cambia respecto a lo que estamos acostumbrados. Evidentemente, se puede entender que no todo es sostenible 100%, pero sí puede existir cierto grado de sostenibilidad a medida que interiorizamos ciertas prácticas en el diseño, construcción y mantenimiento de los edificios. Y por supuesto también, en su última etapa de fin de vida.

Por todo ello, hablemos pues de buenas prácticas o estrategias sostenibles para referirnos al diseño, construcción y mantenimiento de viviendas sostenibles, que lo son, porque pueden llegar a demostrar cierto grado de sostenibilidad.

Una vivienda sostenible se diseña pensando fundamentalmente en la reducción del consumo de recursos y de la generación de residuos, incluidas las emisiones contaminantes. Para ello se tienen en cuenta estrategias que tienen que ver con la elección de la ubicación de la vivienda, el ahorro energético, el consumo responsable del agua o la elección de los materiales de construcción y la gestión de los residuos, entre otras.

Las estrategias más conocidas o habituales son las que tienen que ver con el ahorro energético. Se clasifican en estrategias pasivas y activas.

Las estrategias pasivas son aquellas que no consumen energía. Tienen que ver con el diseño y composición de los elementos que componen la envolvente térmica en función de la zona climática donde se ubique. Su comportamiento energético dependerá del espesor del aislamiento térmico instalado, las prestaciones térmicas de los marcos y vidrios de ventanas y puertas exteriores, el adecuado diseño de los puentes térmicos, la compacidad de la vivienda, el color exterior y la inercia térmica de los cerramientos, el aprovechamiento de la radiación solar como sistema de calefacción pasiva en invierno o el bloqueo de la misma para evitar la acumulación de calor excesivo en su interior, en verano. Tampoco nos podemos olvidar del aprovechamiento de la luz natural. Incluso se pueden aplicar estrategias relacionadas con la protección/aprovechamiento del viento y/o la integración de la vegetación como elemento de protección. Estrategias, todas ellas, propias de la arquitectura bioclimática. Elegir unas u otras dependerá de la latitud y altitud donde se encuentre la vivienda.

Las estrategias activas tienen que ver con el uso de instalaciones que consumen energía. Esta energía puede ser de origen renovable y no renovable. El primer requisito es que las instalaciones habituales en una vivienda sean eficientes. Generalmente, las instalaciones térmicas, representan el mayor consumo energético en una vivienda. Lo que se persigue es que dichas instalaciones, consuman poca o muy poca energía a la vez que garantizan el confort de los ocupantes. Lógicamente, dichas instalaciones tienen que haber sido dimensionadas teniendo en cuenta una envolvente térmica muy eficiente desde el punto de vista del ahorro energético. Adicionalmente las viviendas pueden contar con iluminación LED y electrodomésticos de alta eficiencia energética. Equipos y aparatos que también consumen energía en una vivienda, pero en menor proporción que otros servicios.

Se ha comentado que la energía consumida puede ser de origen renovable y no renovable. Lógicamente, en una vivienda sostenible, se debe de contar con la integración de las energías renovables. Las más habituales en la actualidad son la fotovoltaica, la solar térmica, la aerotermia y la geotermia.

Otro de los recursos que requiere de un uso eficiente, además de la energía, es el agua potable. Para ello se pueden plantear diferentes estrategias, tanto para el consumo de agua en el interior de la vivienda como en el exterior. Tanto de control del consumo, como de reutilización de otras aguas alternativas al agua potable.

Hacer un uso eficiente del agua en equipos y aparatos de la vivienda mediante el control del caudal es una estrategia eficaz, sin que por ello se tenga que renunciar al confort y adecuado funcionamiento. En el caso de los inodoros, se puede plantear incluso como alternativa y cuando sea posible, la instalación de inodoros secos, es decir, que no consumen agua. La recirculación o tecnología que produzca el mismo efecto, podrá ser necesaria para evitar desperdiciar agua mientras esperamos a que salga caliente.

Si la vivienda cuenta con jardín, es preferible elegir vegetación autóctona de bajo mantenimiento. Existen técnicas sencillas que permitan conservar la humedad del terreno e incluso se puede optar por vegetación que no requiera de riego. Si fuera necesario un equipo de riego, que sea de alta eficiencia, limitando el consumo de agua para este fin al estrictamente necesario.

También se pueden plantear estrategias relacionadas con la re-utilización del agua. Las aguas grises, que adecuadamente filtradas se pueden emplear para otros fines como rellenar la cisterna del inodoro o regar. También se puede recolectar el agua de lluvia para su posterior re-utilización para la misma finalidad.

Generalmente resulta recomendable instalar medidores de consumo que permitan conocer con datos reales cuánta agua se consume para cada servicio, y en función de los resultados, poder aplicar estrategias de ahorro. E incluso que permita detectar posibles fugas.

Si poco a poco vamos integrando el concepto de edificio de consumo nulo de energía en nuestro vocabulario, no nos tiene que extrañar que este mismo concepto se extienda al consumo de agua en los edificios. Es decir, que con el tiempo se normalice el concepto de edificio de consumo nulo de agua. Algo que ya ocurre por ejemplo en edificios que alcanzan este reconocimiento bajo el estándar LEED Zero Watter Certification.

El grado de sostenibilidad de una vivienda también dependerá de los materiales que se hayan elegido. Existen diferentes criterios a tener en cuenta, todos ellos relacionados con la reducción del impacto negativo ambiental y el respeto a la salud de los ocupantes. A continuación, enumeramos algunos de los más importante:

Todo proyecto de construcción o rehabilitación de una vivienda debe incluir un estudio y un plan de gestión de residuos. En ambos documentos se debe detallar cómo se van a gestionar los residuos generados, si se van a valorizar, cómo y en qué porcentaje. La idea principal es desviar del camino al vertedero la mayor cantidad de residuos, cuyo destino será el reciclaje o su re-utilización, ya sea in situ o en la construcción de otras viviendas.

Adicionalmente, el diseño de una vivienda sostenible puede incluir estrategias que permitan la reducción de residuos generados. Por ejemplo, utilizando sistemas constructivos prefabricados o productos industrializados. Por otro lado, algunos fabricantes, a través de sus instaladores, tienen adquirido como buena práctica la recuperación del material sobrante o los restos generados en obra, para su reincorporación al ciclo productivo.

Afortunadamente, disponemos de programas informáticos capaces de evaluar el ciclo de vida de un edificio. Estas aplicaciones permiten tomar decisiones durante la fase de diseño cuyo objetivo sea la reducción del impacto ambiental en las diferentes áreas al igual que se evalúa en las DAPs. Por ejemplo, comparando los impactos generados por construir la estructura de una vivienda en madera, hormigón armado o acero, en relación con el consumo de energía, de agua, las emisiones de CO2, la generación de residuos, etc.

La calidad del ambiente interior de una vivienda sostenible está relacionada con aspectos como la calidad del aire interior, el confort lumínico, el confort térmico, la protección frente al ruido y la protección frente a las radiaciones. Todos ellos, en mayor o menor medida, están directamente relacionados con la salud de los ocupantes.

En este sentido las estrategias para la calidad del ambiente interior pasan por:

Ubicación de la vivienda

La ubicación de la vivienda influye directamente en la manera en que los habitantes de dicha vivienda se desplazan. Es decir, no es lo mismo elegir una parcela que disponga de medios de transporte y servicios básicos cerca, que una parcela cuyos usuarios dependan del vehículo privado para desplazarse por cualquier motivo y a cualquier destino.

Es mucho más sostenible elegir una parcela en un entorno ya desarrollado que disponga de las infraestructuras y servicios públicos principales. Cerca de paradas de transporte público o con acceso a una red de caminos para el uso de la bicicleta. Una parcela desde la cual los usuarios puedan llegar andando hasta una tienda de alimentación, una entidad bancaria, el centro de salud, el colegio o cualquier servicio básico.

El concepto vivienda colectiva se utiliza para denominar a los edificios plurifamiliares o también llamados bloques de viviendas. Edificios en los que existen zonas comunes y que integran viviendas individuales generalmente de 1, 2, 3 ó 4 dormitorios. Lo que caracteriza esta tipología de vivienda son los espacios y las infraestructuras comunes.

Los criterios a tener en cuenta para el diseño, construcción y mantenimiento, así como el fin de vida de la vivienda colectiva sostenible, son los mismos que los que se aplican para una vivienda unifamiliar sostenible. Es el hecho de contar con infraestructuras comunes lo que determina algunas estrategias adicionales:

La construcción prefabricada de viviendas implica múltiples ventajas desde el punto de vista de la sostenibilidad ambiental. Para empezar, la construcción prefabricada se caracteriza por ser una construcción en seco y por lo tanto de consumo reducido o nulo de agua. Al trasladar la mayor parte de la actividad de la obra al taller, el proceso productivo permite un mayor aprovechamiento de los materiales de construcción, reduciendo así la generación de residuos y también de energía, ya que los plazos de ejecución se acortan, en comparación con la construcción tradicional.

En un artículo anterior sobre, ya comentamos que la construcción prefabricada requiere de una fase previa de diseño y redacción de proyecto más laboriosa. Las herramientas BIM que se utilizan en esta fase permiten evaluar la mejor solución teniendo en cuenta aspectos como el ahorro energético, el uso eficiente del agua, el coste, la energía embebida de los materiales utilizados o la generación de residuos. Es lo que ya hemos definido como análisis de ciclo de vida. Una herramienta fundamental para la toma de decisiones por parte de técnicos y proyectistas.

Por otro lado, en el mercado existen soluciones para la construcción total de vivienda prefabricada. Desde sistemas constructivos integrales que permiten la construcción de un edificio, mediante la fabricación de un panel base multicapa que se adapta a los requisitos de cada uno de los elementos constructivos que conforman la envolvente del edificio, hasta soluciones modulares que permiten la fabricación en taller de una vivienda completa que simplemente se traslada a la parcela su conexión a los servicios básicos.

La construcción prefabricada ofrece una mayor certidumbre en relación con el producto final, ya sólo por los métodos y técnicas constructivas que se utilizan. No hay que olvidar que la producción se desarrolla en un espacio interior, con un mayor control del proceso productivo, en cuanto a calidad y tiempo de ejecución, y una mayor seguridad para los trabajadores. Además, se trata de un sistema constructivo que está respaldado por una serie de documentos que verifican elcumplimiento de la normativa, a través de las DAU (Documento de Adecuación al uso), incluido la normativa de ahorro de energía, de salubridad y de protección frente al ruido. A su vez, los materiales empleados en la construcción prefabricada pueden contar documentación informativa acerca del impacto ambiental asociado por su fabricación, uso, vida útil y fin de vida. Estamos hablando de materiales y sistemas que cuentan con Declaración Ambiental de Producto (DAP), que pueden incluir contenido reciclado en su composición o que están compuestos por maderas certificadas e incluso de productos que han sido ensayados para determinar el contenido de COV o la clasificación de calidad del aire interior por emisiones.

Cada vez más conocidos por el público en general, los sellos de certificación ambiental son cada vez más utilizados en la construcción y rehabilitación de edificios. Se trata de estándares que más allá del cumplimiento de la norma de edificación, promueven la construcción de edificios bien de alta eficiencia energética, bien de un mayor grado de sostenibilidad desde un punto de vista más global, y en comparación a la construcción tradicional.

Por un lado, tenemos el referente del estándar Passivhaus. Se trata de un sistema de construcción que se fundamenta en cinco pilares básicos y cuya finalidad consiste en la construcción de edificios de alta eficiencia energética. Desde esta perspectiva se entiende una Casa Pasiva Passivhaus como un edificio en el que el confort térmico puede ser garantizado a través del post-calentamiento o post-enfriamento del flujo de aire fresco necesario para garantizar la buena calidad del aire interior, sin recirculación de aire adicional.

Adicionalmente, una Casa Pasiva Passivhaus tiene que ser una vivienda rentable desde el punto de vista económico, durante todo su ciclo de vida. Es necesario calcular el coste-óptimo teniendo en cuenta no sólo el coste de inversión, sino también los ahorros obtenidos en consumo energético durante su vida útil.

Por otro lado, también existen los conocidos sellos ambientales. Se trata de estándares que evalúan el grado de sostenibilidad de un edificio otorgando un nivel de certificación en función de la valoración obtenida. Dicha valoración puede ser por puntos en base a la aplicación de una serie de estrategias relativas a la reducción del impacto ambiental por el diseño, construcción y funcionamiento del edificio. También de su fin de vida.

Los sellos ambientales más conocidos son BREEAM®, LEED®, Verde® y DGNB®. Cada uno de ellos cuentan con la adaptación de su sistema de certificación para uso vivienda y vivienda colectiva. La certificación VERDE es española y está respaldada por el GBCe (Green Boulding Council España).

Según el Quinto Informe de evaluación publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en 2013: el cambio climático es real y las actividades humanas, principalmente la liberación de gases contaminantes por la quema de combustibles fósiles es la causa principal.

A los edificios en Europa se les atribuye hasta un 40% del consumo energético total. De este consumo, se les asocia el 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero.  En España en cambio, el porcentaje de emisiones sube hasta el 40%, mientras que el consumo energético es del 30%. Con este escenario, en plena emergencia climática declarada y con el objetivo marcado para 2050 de una Europa climáticamente neutra, es obvio que la solución pasa por diseñar, construir y rehabilitar de una forma más eficiente.

Pero no sólo más eficiente, sino también de forma más sostenible en general. En este sentido contamos con el ejemplo de Level(s). Se trata de un marco informativo voluntario que proporciona un lenguaje común en materia de sostenibilidad para el sector de la construcción.

Según se recoge en el informe Partes 1 y 2 – Presentación de Level(s) y de su funcionamiento, Level(s), diseñado como marco común de la UE de indicadores básicos de sostenibilidad para edificios residenciales y de oficinas, ofrece un conjunto de indicadores y parámetros comunes para medir el comportamiento medioambiental de los edificios durante su ciclo de vida. Además de estudiar el comportamiento medioambiental, que es su principal objetivo, también permite evaluar otros aspectos conexos importantes del comportamiento de los edificios al utilizar indicadores vinculados a la salud y el bienestar, el coste del ciclo de vida y los posibles futuros riesgos para el comportamiento.

El objetivo de Level(s) es ofrecer una terminología común para hablar sobre la sostenibilidad de los edificios. Esta terminología común debería permitir la adopción de medidas a nivel de edificio que puedan contribuir claramente a la consecución de objetivos más generales de la política medioambiental europea.

El marco Level(s), cuya información está disponible en la web de European Commission, es de aplicación tanto a obra nueva como a rehabilitación. Como se indica en el informe indicado, la idea de diseñar y construir edificios sostenibles es muy simple: consumir menos energía, agua y materiales, conseguir edificios con un mejor comportamiento medioambiental, y a su vez, que sean más saludables y cómodos para sus ocupantes. Todo ello, más allá del simple cumplimiento del CTE. También indica que estos edificios sostenibles, incluidos las viviendas, serán más baratos en su gestión y tendrán un mayor valor económico a largo plazo.

El marco Level(s) representa un punto de partida sencillo para quien esté interesado en trabajar por primera vez en el ámbito de la sostenibilidad aplicado a los edificios. Es por ello por lo que este marco está dirigido a propietarios, agentes de la construcción y organizaciones públicas y privadas.

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